miércoles, 16 de mayo de 2012

ANDOAIN EN LA GUERRA 2ª parte


Manuel Chiapuso Hualde San Sebastian 14 de Abril e 1912 fué un anarkista gipuzkoano ,a los 19 años ingresó en la CNT
Formó el"Komite reginal de Euskadi" y el "Komite nacional de barcelona"
Kofundador del Semanario anarkista "CRISOL"Donosti 1935.Fundó el diario"CNT DEL NORTE"
etc.Siempre en sus obras ,kontando sus vivencias de forma amena y minuciosa.Ha eskrito varios libros,desde su estancia en la karcel desde 1932 a 1935 en su libro"Juventud,rebeldía"pasando por éste libro "LOS ANARKISTAS Y LA GUERRA EN EUSKADI;LA COMUNA DE SAN SEBASTIAN" del kual he extraido varios fragmentos en los ke habla de Andoain y del Buruntza.Aki los teneis:

..................................................Fustigado por el peligro, abandonando toda otra actividad, me marche a Andoain. Subí a Ventas de Gárate, bien conocido por mi. Siendo niño, ibamos en cuadrilla a ese espléndido macizo a recoger manzanilla, flor curalotodo de la farmacopea popular. Allí no había resistencia en realidad. Solo mas bien grupitos que servían para conocer los movimientos del enemigo, pero no para resistirle. Lo mismo me sucedió en el Buruntza, el monte tan popular en el valle de Zubieta por la ermita de San Roque
*Ermita de San roque
y por la de Azcorte. Desde el Buruntza veía Ventas de Gárate a la derecha, y a la izquierda el Adarra. En sus estribaciones se podía parar el enemigo, cerrar el paso a Hernani, Lasarte, Zubieta y Usúrbil y, claro está, a Urnieta. Salvar la carretera de Bilbao y el ferrocarril que corría paralelo. ¿Cómo se abandonaría todo esto sin lucha? Me angustiaba esta eventualidad. Pese a mi optimismo, me era difícil creer en el milagro. En el Buruntza había también unos grupos aislados del pueblecillo de Oria. Algunos de ellos amigos míos. En ese frente faltaba el espíritu que reinaba en el campo de batalla de la frontera.
Hablé de resistir por allí donde pasé. Pero yo notaba que los navarros impresionaban más por lo que se conocía de ellos y por la historia. Allí estaba el suelo digno para ofrecer una resistencia ilimitada. Faltaba lo elemental: el alma. La desmoralización era ya grande. La aparición de una boina roja de requeté creaba inmediatamente un complejo de inferioridad. Hablé de las jornadas embriagadoras de la capital, del cerco de Loyola, de la iniciativa de las fuerzas populares en la batalla por la frontera. Me hacia daño que se derrumbase aquella fortaleza que la naturaleza habla puesto en nuestras manos. Les señalaba la línea gris que desde la bifurcación del Alto de Teresategui iba descendiendo paulatinamente hasta Usúrbil. Había que evitar que San Sebastián quedase cortada de Bilbao. Se hicieron parapetos, incluso se tiró, un teléfono de campaña desde Oria, esto recomendado por Larrañaga que se daba cuenta del interés estratégico de aquella zona. El enemigo andaba todavía por Villabona y sus avanzadillas se hallaban cerca de Andoain.
Bajé por un sendero que casi a pico lleva a la casería Pagoaga, cercana a la central eléctrica de Abaloz, sita a orillas del Oria. Me dejaba caer por la pendiente como por un tobogán. Pronto pise la carretera general y me dirigí a Oria a pie. A medida que iba caminando el corazón se me iba oprimiendo por presentimientos nada halagüeños. Penetre en él magnifico parque de plátanos, chopos, pinos, pertenecientes a la fabrica de hilados y tejidos de Brunet y Cia., parque atravesado por un canal de parte a parte. El cuadro, agreste, umbrío, fresco, no alegró mis pensamientos. La revolución tantas veces invocada no era estampa romántica ni lirismo triunfal. Desde Oria hable por teléfono con mis compañeros de la capital. Me conminaron a que entrase, pues el gobierno de Madrid daba instrucciones y se iban a estudiar en la junta. Me prestaron un cochecillo en Oria. El coche corría a toda velocidad por la línea recta que forma la carretera en el valle de Zubieta hasta entrar en Lasarte. Una patrulla me detuvo Para examinar los papeles. En esto llegó otro automóvil a todo gas. Rechinaron los frenos, botó literalmente el coche, marcaron las ruedas la carretera. Estupefacción por parte nuestra. Del vehículo saltaron dos capitanes y un cura. Saludaron con un sonoro:
-¡Viva Cristo Rey!
No se habían percatado de que estaban en manos del enemigo y preguntaron con la mayor naturalidad:
-¿Estamos lejos de San Sebastián?
Se les respondió apuntándoles con las escopetas. Los tres hombres se quedaron petrificados. Alguien dijo:
-Tan lejos que no la verán más.
-¡No tiréis!-grité. Pueden sernos útiles.
Lívidos, levantaron los brazos en alto sin osar la menor resistencia. .................................

.................................
..............................................Volví, pues, a la calle Larramendi. Me tumbé sin cenar y me quedé profundamente dormido. Me desperté a media noche con deseos locos de marcharme a la Diputación. Todavía no se había terminado la reunión. Le espere a Larrañaga y aun cuando nuestras relaciones se envenenaron por lo ocurrido en el cuartel de Loyola, me saludó amistosamente. Le expliqué lo que había visto por el Buruntza y por Ventas de Gárate. Me escuchó atentamente.
Su opinión fue la de que ese frente seria más peligroso para el porvenir que el de la frontera. Habría que movilizar todas las fuerzas de San Sebastián. ¿Cómo y con que? iAh, si las armas prometidas llegaran a tiempo! Otro gallo cantaría. Salí de la Diputación rumiando la situación. La ciudad a oscuras, sin espectáculos, desértica, reflejaba las dificultades del momento. Decidí marcharme a Bidebieta para ver en que estado se hallaba el arsenal. Aparte los fusiles con que estaban armados los pescadores, podíamos disponer de un centenar. Con ellos se podría armar a otras gentes que las enviaríamos a la zona de Andoain. Los pescadores se resistían a abandonar los fusiles, Pero ante mi insistencia lo prometieron. De nuevo en San Sebastián entre en contacto con Jiménez, el socialista, para discutir sobre la conveniencia de enviar sindicados socialistas y confederados a Andoain. Ellos tenían bastante gente en Hernani y podíamos reforzar así ese frente.


Por la mañana, por nuestra parte fuimos juntando gente refugiada de Tolosa que estaba dispuesta a batirse el cobre. Pero antes de lanzar esos refuerzos en la aventura de la guerra, guise percatarme de visu del estado del frente, pues en veinticuatro horas podía haberse modificado sensiblemente. Me fui, pues, para Oria. Llame al Buruntza para hablar con Tomás, con quien había estado en la escuela juntos.
-¿Que Tomaá?-me respondieron. ¿De donde llamas?
-Del Frente Popular de Oria.
Con sorna que me dejó patitieso, la voz me amenazó:
-Ya os vamos a dar Frente Popular, ya... Os vamos a cortar los cojones. ¡Viva Navarra!
Bajé el auricular para no seguir escuchando las burlas del navarro que estaba al otro cabo del hilo. Tire rabiosamente del cordón y lo arranqué. El contratiempo era grave. Me senté en el banco un tanto desconcertado. ¿Qué hacer? Los requetés se habían apoderado del Buruntza de donde dominaban Lasarte y todo el valle de Zubieta. Los milicianos se habían retirado precipitadamente, olvidando de cortar el teléfono. De pronto me imagine que podían avanzar por la carretera general. Al chofer le dije que avanzara hacia Andoain con objeto de descubrir al enemigo. Yo sabia que desde arriba nos estaban viendo. Adelantábamos con precaución. Pasamos Abaloz y al llegar a las canteras de piedra propiedad de cementos «Añorga», las avanzadillas nos tirotearon. Si nos dejan avanzar nos hubieran hecho prisioneros. Volvimos a toda velocidad. Cerca de Lasarte nos encontramos con un grupo que estaba encargado de minar el puente tirado sobre el Oria que unía el hipódromo a la carretera general. Era un puente construido durante las celebres carreras de automóviles del circuito de Lasarte. Por él llegaban los coches a las tribunas para asistir a las carreras aun cuando los bólidos habían comenzado la ronda infernal..........................

*Tropas fascistas entrando en San Sebastian.
AKI TENEIS OTRO ENLACE INTERESANTE.........http://frentesdeeuzkadi.foroactivo.net/t69-campo-de-batalla-de-buruntza-andoain

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