viernes, 11 de junio de 2010

GURE ANDOAINDARRAK

Vamos a homenajear a akellos andoaindarras ke se kedan un poko en el olvido y han sido la reoxxxxxtia,empezaremos por Jon barrondo ,cualkiera de mi generación sabe kienes eran los hermanos Barrondo ,aitor y jon ,para los ke no aki teneis la historia.
Extraida de Master jai.

Jon Barrondo

Nombre completo:
Jon Barrondo Atxa


Fecha de nacimiento:
27-12-1967


Lugar:
Eibar (Gipuzkoa).


Altura:
1,86 m


Peso:
90 kilos


Puesto:
Zaguero


Debut profesional:
Gernika 1984



Palmares

*
Amateur:
o

Campeón de Gipuzkoa 1981 y 1984
o

Campeón de España 1983
o

Campeón Torneo GRAVN 1984

*
Profesional:
o

Campeón Internacionales Julio en San Juan de Luz 2008
o

Campeón del Mundo 1993 (en México), 97 y 98
o

Supercampéon de Pau 2006
o

Campeonato Intercontinental en 2000 y 2001
o

Torneo de las Américas - Tijuana 1993
o

Campeón Ciudad de México y Nicasio Rincón - México 1993
o

Campeón Cesta de Oro 1995 y 1996
o

Campeón Intercontinental y Master de Biarriz-Miarritze 1997
o

Campeón Superchampions 1999


Barrondo: El primer día en México me temblaban hasta las orejas


Una lesión ha provocado el adiós a la cesta de este andoaindarra que ha dejado huella
Jon Barrondo

08/02/2010: Jon Barrondo ha dicho adiós a la cesta de una manera muy amarga, puesto que una lesión ha sido la que ha motivado su despedida de los frontones. Durante el casi cuarto de siglo que ha permanecido en activo, este andoaindarra ha vivido numerosas anécdotas que ahora nos cuenta en esta suculenta conversación mantenida con la página web http://www.masterjai.com

¿Qué sensaciones sintió en su despedida?

Todo estuvo bien, pero con los aplausos me emocioné. Si te aplauden por hacer un tanto, pues bien, pero sin hacer nada… Fue algo raro, cuando veía por la tele a alguien que se retiraba, yo me descojonaba, pero luego a mí me faltó un pelo para llorar.

A usted le hubiera gustado despedirse jugando.

Claro, yo siempre decía que quería retirarme en la cancha, no por culpa de una lesión, y mira lo que ha pasado. Me hubiera gustado dejar la cesta sobre la cancha y haber dicho adiós, pero no pudo ser.

Desde un inicio notó que la lesión que sufrió en agosto de 2008 era grave.

Nada más lesionarme ya le dije a Toto que me parecía grave. Inclán tuvo algo parecido y luego regresó, pero casi no podía ni sacar y tuvo que dejarlo. El médico me comentó que se trataba de una micro rotura, pero yo ya notaba que tenía la bola desplazada y no podía ni mover el brazo. Es que una bola estaba cinco centímetros más arriba que la otra.

Como es lógico, tuvo que pasar por el quirófano.

Me metieron un tornillo, pero es que antes había estado un mes sin que me hicieran una resonancia y ése fue el primer error médico, porque el tendón busca un sitio donde pegarse y se crearon adherencias que luego tuvieron que soltar para meter el tornillo. Para la vida normal me dejaron más o menos bien, pero no puedo ni estirar ni soltar el brazo, me dan calambrazos y si me pongo a lanzar de revés, al de veinte minutos siento dolor.

También tuvo que hacer mucha rehabilitación.

Todos los días iba a Fremap, en Donostia, y seguido me acercaba a un frontón que estaba cerca de allí, pero todo era un sufrimiento, incluso cambiaba de cesta para ver si la culpa era de la herramienta, pero no era así.

¿Cuándo vio que iba a ser imposible regresar a las canchas?

Cuando pasa un año y ves que todo está en el tribunal médico, que los papeles van para adelante y tú no avanzas, pues compruebas que hay que dejarlo. Es que probaba en Gernika y desde el cuadro diez llegaba justo a buena, sufría mucho y hasta tenía miedo de que se soltara el tornillo, o sea que ahora no queda otra que esperar al juicio y a ver qué pasa.

Usted debutó hace unos 24 años.

Para las fechas soy muy malo, je, je, yo me dedicaba a jugar y luego iba para casa, pero el debut fue en Gernika, creo que en el mes de abril. Sé que fue antes del verano, eso sí.

Y al de poco tiempo ya ganó a Txikito de Bolívar.

Ese partido sí que es de los que no se olvidan. Con 17 años había ido a Estados Unidos, estuve en Ocala, Quincee y Fort Pierce y con 18 años vine a Euskadi para un mes. El primer día jugué por parejas contra Castro, luego contra Gonzalo Beaskoetxea y, como gané los dos partidos, ya me enfrentaron a Bolívar y le vencí. Era el último verano de Bolívar con la empresa de Piedra y le decían que ya le ponían contra niños, je, je.

Luego compitió en Tampa, donde permaneció mucho tiempo.

Hasta 1988, aunque en verano de 1987 también competí en Euskadi. Luego llegó la huelga, en la que yo jugué algunas funciones, porque se llegó a un acuerdo y unos cuantos competíamos y dábamos la mitad de lo que sacábamos a La Unión. De todos modos, el ambiente no era bueno, porque la mayoría eran esquiroles y nosotros no.

Y tras la huelga, de nuevo a Euskadi.

En 1991 volví y me quedé un año, porque había estado cinco años fuera y por problemas de visado tenía que esperar uno en Euskadi. Entonces milité en Xistera, pero un día, andando en bici, me caí por un barranco, me rompí la sexta cervical y anduve con collarín y todo.

Poco después ya llegó su aventura mexicana.

En 1992 jugué de nuevo en Tampa y de allí marché a México, donde estuve dos años y medio, pero la cosa se puso fea por la devaluación de la moneda, vine a Euskadi y ya me quedé.

El frontón de este país siempre registraba un gran ambiente.

En el Torneo Díaz Barroso competían los mejores de las empresas de allí y de aquí y me acuerdo de una edición en la que formé con Alberdi I. Ganamos todos los partidos de la liguilla, pero en la final perdimos contra Bolívar-Félix. Siempre había grandes entradas, pero unos años antes el boom en México había sido incluso mayor.

¿Es verdad que el primer día que jugó allí quiso dejarlo?

Sí, el frontón era muy largo, yo estaba acostumbrado a las quinielas y perdí por 29-30 o 34-35, no me acuerdo. Al acabar el encuentro me temblaba todo, desde las piernas hasta las orejas y decía, ¿pero qué hago yo aquí? De todos modos, al de dos semanas ya me había acostumbrado.

En México vería mucha pobreza.

Recuerdo que Castaños y yo fuimos desde Tampa hasta México, cada uno con nuestro coche, y al de un metro de pasar la frontera, el cambio ya era total. Los pobres se te echaban encima del coche para venderte cualquier cosa, además andábamos con coches americanos y también me impresionó la carretera del desierto, yo pensaba ¡Cómo me quede aquí tirado! Lo cierto es que veías una pobreza tremenda y, por otro lado, mucho lujo, era un sitio de contrastes.

En Filipinas, la situación sería parecida.

Lo de Filipinas me pareció más duro todavía, porque en México yo vivía en una zona más o menos buena y evitaba los lugares más pobres. En Filipinas, en cambio, la pobreza está por todos los lados y no la puedes evitar.

En Manila usted jugó en el mítico Harrison Plaza.

Sí, entonces fuimos muchos pelotaris para disputar un torneo y el frontón estaba muy bien, era hermoso, pero en la pared izquierda había varios bultos, la pelota salía mal y pensaba ¡a ver si me van a sacar los dientes de un pelotazo! Yo formé con Rekalde, que estaba lesionado en un hombro, perdimos, Totorika mandó una crónica poniéndome a parir y mi padre me echó una bronca tremenda al llegar a casa.

Con tantas horas de avión, ya se habrá llevado algún susto.

Una vez, en mi época de Tampa, el avión empezó a moverse cuando iba a aterrizar, se cayeron las maletas de los compartimentos superiores y lo cierto es que me asusté un poco.

¿Con qué frontón de los que ha conocido se queda?

A mí me encantaba Tampa. He jugado en todos los de Florida y los que más me gustaban eran los de la World Jai Alai, son más bajos y, de hecho, cuando estuvimos en 2008 en Florida con motivo del Circuito Mundial, donde mejor anduve fue en Miami.

¿También jugó en el Norte de los Estados Unidos?

Sí, en Milford disputé algún torneo representando a Eusko Basque y allí siempre me fueron las cosas mal. El primer año no notaba ni la pelota en la cesta, no sé si es por el seco que hacía, pero completé el mayor ridículo de toda mi vida. Jugaba con Katxin y parecía que andaba con una pelota de tenis, todo eran churrustazos y además tenía en la boca un flemón que me molestaba mucho. El segundo año no jugué tan mal, pero tuvimos un accidente de coche, en concreto, nos dieron un golpe por detrás.

O sea que no guarda un buen recuerdo de esta ciudad.

Es como un sitio gafe para mí. Con Ea (Bizkaia) me sucede igual. Allí pasé un verano y me rompí la nariz pescando, se trataba de un concurso, cogí una anguila y al sacarla me dí con la caña en la cara. Había mucha gente viendo y el público se puso a aplaudir y todo, pero yo ahí estaba, con la nariz rota. Luego también tuve un problema de apéndice, y todo eso en un verano, o sea que si vuelvo allí, igual me muero.

La primera impresión que se llevó de Estados Unidos sería mejor.

Lo primero que noté fue un sopapo de calor al salir del aeropuerto y luego me llamó la atención lo largos que eran los coches.

¿Ya tuvo usted algún coche de este tipo?

Tuve un Chevrolet a medias con Uriona, pero él fue a Fort Pierce, yo me quedé en Tampa, sorteamos a cara o cruz a ver quién se quedaba con el coche, y le tocó a él.

¿Pensó alguna vez en afincarse definitivamente en Estados Unidos?

Pude haberlo hecho después de dejar México, pero preferí venir, porque la hija ya tenía tres años, tenía que empezar al colegio y decidí regresar.

¿Su hija nació en América?

Ella es de Tampa, de hecho, yo me casé durante la huelga. La boda la hicimos en el txoko que teníamos los pelotaris de Tampa y los testigos fueron Carlos Arrasate y su mujer. Luego ya nos casamos por la iglesia en Euskadi.

Usted es nacido en Eibar.

Eso es, mi madre es de allí y los abuelos tenían la casa en este pueblo. Estuve en Eibar año y medio o así y luego fui a Oñate, donde estuve seis meses, o sea que a Andoain llegué con dos años.

En este pueblo es donde empezó a jugar.

El frontón se inauguró en 1977 y jugaba con un amigo que tenía una cesta sin fondo que parecía un remonte. Luego empezó mi hermano, y como mi padre conocía a un profesor que había enseñado a Tximela y a otros muchos, ya se formó un grupo con pelotaris que venían desde Noain, Betelu, Doneztebe, Zarautz, Tolosa… En Andoain también se empezó a jugar a pala y, de hecho, Iturzaeta salió de Andoain.

Usted enseguida se puso a competir en aficionados.

Yo jugaba con mi hermano, que es tres años mayor, o sea que yo, pese a tener trece años, tenía que competir en juveniles y él solía llevar el peso del partido.

¿Su hermano también fue profesional?

Sí, militó en Ocala, pero tuvo mala suerte, porque nada más llegar se inició la huelga y en 1991 dejó la cesta.

¿Y su padre ya probó con esta modalidad?

Practicó la mano, no debutó porque tenía las manos blandas, pero siempre le había gustado la cesta. De hecho, hasta le ofrecían cestas gratis para que se decantara por esta modalidad, pero en casa eran catorce hermanos, mi abuela no quería que nadie tuviera un privilegio sobre los demás y a mi padre siempre le quedó ese gusanillo de la cesta.

O sea que él le seguiría a usted por todos los frontones.

Me veía hasta en los entrenamientos, y si lo hacía mal, me quitaba la paga y todo, je, je. Cuando era niño, yo me apuntaba, a balonmano, a fútbol y a lo que fuera, pero iba mi padre y me desapuntaba, o no me compraba las botas para que no pudiera jugar. Todo lo hacía porque quería que yo fuera pelotari, y la verdad es que le agradezco que fuera tan duro conmigo, al fin y al cabo, eso me ha servido para luego poder vivir de la pelota.

¿A su mujer también le gusta la cesta?

Bueno, sí que le gusta, pero va al frontón más que nada para estar con la gente, hablar y pasar un rato allí mientras juego.

Durante todo este tiempo, usted habrá hecho muchos amigos.

Es con lo que me quedo, porque los campeonatos te hacen ilusión, al igual que el premio que la Federación me dio en 1997, pero sobre todo recuerdas el haber jugado contra las figuras de tu época, como es el caso de Michelena, Arrasate, Bolívar, Katxin, Sarría, Elorza, Irastorza, Goiko… Estos son considerados las grandes estrellas y yo puedo decir que he estado allí con ellos.

Katxin hasta estuvo en la rueda de prensa de su despedida.

Sí, no me lo esperaba y me dije ¡Ahí va, si éste se ha perdido!, je, je.

Para finalizar, ¿en un futuro le gustaría seguir ligado a la cesta?

Me gustaría, pero a ver qué sucede en el juicio y luego algo tendré que hacer, trabajar hasta los 67, je, je.
Jai Alai - Cesta Punta - Homenaje a Jon Barrondo - Aimar-Alberdi III contra Olha-Mugartegi, el 30 de enero de 2010 en el frontón arrate de Andoain.

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